
“Monumento a los caídos el 6 de septiembre de 1930” (1933).

Es una obra del escultor Agustín Riganelli es conmemorativa de un suceso histórico, fecha en la cual un golpe militar destituyó al entonces Presidente Yrigoyen cobrando vidas jóvenes. Realizada en piedra, está colocada sobre un pedestal en forma de prisma escalonado. Ubicada frente a la entrada al Cementerio de la Recoleta, en la Plazoleta Juan XXIII, puede rodeársela y ofrece a primera vista un contraste entre los costados y el frente, donde reside su interés tanto temático como plástico, y el dorso rígido, formando casi una pared con las vestiduras de la figura femenina, que se yergue en toda en toda su altura. El tema es laico, pero puede considerarse como una “Pietá”: una madre sosteniendo el cadáver de su hijo. Esta figura permanece serena, sosteniendo al parecer sin esfuerzo el cuerpo al que, sin embargo sentimos pesar en esa diagonal descendente. La cabeza cae hacia atrás, floja, con los labios entreabiertos. La geometrización del torso produce un dramático contraste de luces y sombras en grandes planos esenciales que retienen la mirada en una sabia utilización de los valores. Es una composición armoniosa y equilibrada, cuya tectonicidad está lograda no sólo por la distribución de las grandes masas sino por los cursos de luz que van por el brazo, recorren la cabeza echada hacia atrás y prosiguen en el velo de la madre, formando ritmos pausados y logrando una perfecta unidad. El deliberado contraste entre el acabado perfecto de las figuras y el pedestal rugoso contribuyen al juego de la luz y a atraer la atención sobre la intención psicológica de ese grupo escultórico: conmemorar un hecho. La obra no se limita a lo meramente plástico, que aquí esta asociado a una idea.