Monumento al coronel Manuel Dorrego (1923).

Obra del escultor argentino Rogelio Yrurtia (1879-1950). Al aprobarse en 1885 la erección de los monumentos a Bernardino Rivadavia y a Mariano Moreno, los legisladores, por iniciativa del Diputado Federico de la Barra, añadieron otro monumento para Dorrego, que quedo en el olvido en la Cámara de Senadores. En 1900 a iniciativa de la revista Nacional, surge un proyecto popular y se crea una comisión para impulsar el proyecto. En agosto 1904 el Diputado por la Prov. de Bs. As. Dr. A. Castro, se presenta con el mismo propósito y por Ley N° 4666, que fue aprobado en 1905 y por concurso se lo adjudico a Rogelio Yrurtia (1879-1950). Luego de una serie de inconveniente, fue inaugurado en 1923.

Emplazada en Viamonte y Suipacha, en una pequeña plaza de la CABA.

Una victoria alada que guía la figura ecuestre de Manuel Dorrego (bronce) ubicada sobre el pedestal de granito gris, que cuenta con dos figuras de bronce, a la izquierda, una figura viril con una serpiente, símbolo de “La Fatalidad”, a la derecha una figura de mujer personifica “La Historia”.

Al frente del monumento, una inscripción que dice: "Manuel Dorrego / 1787 - 1828 / Promotor paladín y mártir / del / Federalismo argentino / Héroe de la Independencia / y de la Organización Nacional”.

Atrás se lee: “Precursor / de la independencia de chile / héroe de Suipacha y Nazareno / compartió con Belgrano / los laureles de Tucumán y Salta / combatió el caudillismo / separatista y anárquico / salvo a Buenos Aires / de los embates de la anarquía / legislador publicista gobernador / legal de Buenos Aires y encargado / del Poder Ejecutivo Nacional / Paz con el Brasil / fundación de la Nación Uruguaya”.


“De estatuas y zonceras – Como orquestar una nomenclatura a medida” de Néstor Genta.

(Fragmentos, 2003).

(…) “La elección de los personajes destacados, monumentos y calles es ideológica. Obedece a las ideas de la clase\ engrupo\ superestructura\ “intelligentzia” dominante, que son justamente los que tienen, y a veces detentan, el poder.

Ya el escritor Ricardo Rojas manifiesta su pensar al mencionar a la “pedagogía de las estatuas” como una forma más de proyectar una ideología de dominación.

Así, los “organizadores del saber nacional” “agradecen” las luchas de personajes como Felipe Varela y “El Chacho” Peñaloza: sin estatuas.

Por el contrario, se eleva hacia los cielos el monumento a George Canning, quien tuvo hasta hace unos años una calle y una estación de subte. (…).

“Dos Paradigmas de la pedagogía de las estatuas – Manuel Críspulo Bernabé Dorrego.”

(…) “Su afrenta. Su defensa de los “descamisados”, su apoyo a los gauchos y los negros será “recordado” por sus vencedores... por lo menos en una calle, un monumento y una plaza.

Es así, que la avenida Dorrego está alejada del Centro. Su apellido “Dorrego” se usa para reemplazar la calle Chacarita. Si uno se atiene al simbolismo diría que nace en el lugar de los muertos, cercana al cementerio.

Si se es muy puntilloso y mal pensado se observará que su monumento esta colocado en Suipacha y Viamonte. Es pleno Centro, pero un lugar no grato a los porteños como es la entrada a la DGI (Dirección General Impositiva).

La inscripción que lleva su monumento desvirtúa su lucha al expresar: “Combatió al caudillismo separatista y anárquico”. Asimismo, valora que logra la paz con el Brasil y funda la nación uruguaya.

Una deformación de la realidad ya que Dorrego como gobernador, logró el apoyo de los caudillos para organizar el país. La paz con Brasil y el reconocimiento de Uruguay debió aceptarlos a disgusto por la presión inglesa, ya que el Banco Nacional le niega fondos para proseguir la guerra.

Por otro lado, tildar al caudillismo como “separatista y anárquico” es emitir una opinión ideológica y poco objetiva para que aparezca inscripta en un monumento público... salvo que se tenga presente la ecuación historia = política e historia oficial = ”la escriben los que ganan”.

La Plaza Dorrego, ubicada entre Humberto I, Anselmo Aieta, Bethlem y Defensa, fue visitada un día laborable por este columnista en busca de datos interesantes para su artículo. La sorpresa fue enorme. Estaba cubierta con mesas, sombrillas y sillas que pertenecen a los diversas parrillas, bares y restaurantes que rodean el lugar. En las esquinas, atractivas promotoras entregaban volantes con la propuesta “Almorzá al aire libre”. (“Enjoy a delicious outdoor meal”). Efectivamente, sobre la Plaza había muchos turistas tomando un refrigerio y almorzando.

No se observan bancos para el uso público.

Posee: un mástil central bastante modesto con una bandera argentina descolorida; varios faroles de tipo colonial; un aljibe de cemento (cubierto con sillas y sombrillas); un árbol añoso, sin ninguna placa explicativa, rodeado de rejas. En uno de sus laterales, sobre Bethlem, un árbol tiene a sus pies una placa recordatoria en homenaje a la Adelina Noemí Gargiulo, artesana desaparecida en 1976, por la tristemente célebre Junta Militar.

Finalmente, sobre Humberto I, hay una placa de bronce que dice:

“PLAZA CORONEL DORREGO. LUGAR TRADICIONAL, EN OTRAS ÉPOCAS LLAMADO EL ALTO DE SAN PEDRO DE LA RESIDENCIA Y DEL COMERCIO, FUE ANTIGUA PARADA DE CARRETAS”.

Muy informativo, o no tanto. Un extranjero o un argentino desinformado pueden desconocer la gesta de Dorrego. De su obra, de su gobierno, de su muerte en manos de Lavalle, ni una sola línea.

Para completar la información catastral, se dirá que esta plaza se funda en 1856. Es la segunda más antigua de la Ciudad. Originalmente se la conoció como ALTO DE LAS CARRETAS, pues en ese lugar se detenían las carretas que llegaban desde el Riachuelo. Luego, mutó a PLAZA de la RESIDENCIA. En 1820, fue PLAZA del COMERCIO, ya que funcionaba allí el segundo centro comercial de la Ciudad. Finalmente, en 1905 se la denomina PLAZA CORONEL MANUEL DORREGO.

En su superficie contuvo, por más de 20 años, al monumento CANTO AL TRABAJO, que era tan grande que ocupaba casi toda la Plaza. Dicho monumento se trasladó luego a Paseo Colón e Independencia.

En 1978, se la declaró Monumento Nacional, conmemorando que allí los porteños reafirmaron el juramento de la Independencia el 13 de septiembre de 1816, un mes después del Congreso de Tucumán.

Desde hace 30 años, es centro de la famosa Feria de San Telmo”.